De manera oficial, abril pasó a ser histórico para la Twitter. Se concretó su venta luego de que la junta directiva aceptara una oferta de Elon Musk por 54,2 dólares por acción, en una transacción valorada por 44,000 millones de dólares. Con ello, Musk no solo lucha por conquistar el sector tecnológico o el espacio sino, también por crear una sociedad con mayor libertad de expresión según sus palabras. Si bien la noticia ya dio la vuelta a todo el mundo, dicha transacción se completará hasta finales del 2022.
Pero ¿de dónde salió dicha cantidad de dinero para poder realizar esa? Elon Musk se respaldó en una financiera estadounidense -Morgan Stanley- que presentó dos cartas de compromiso ante la SEC: una para financiar deuda por 13,000 millones de dólares contra los activos de la red social; y otra para un préstamo de 12,500 millones de dólares respaldado contra una parte de las acciones de Tesla que pertenecen al empresario. En ambas también participaron Bank of America, Barclays y BNP Paribas, entre otros bancos, lo que le obligará a pagar unos 1,000 millones de dólares anuales en intereses.
En otro orden de ideas, Twitter tenía una meta bastante clara: mejorar su aplicación a través de la adición de más y mejores funcionalidades. Actualmente es posible entrar salas de debate, capturar clips de audio en vivo, crear GIF, visualizar tweets recientes y encontrar mensajes de manera rápida y sencilla. La última función anunciada por la compañía fue la edición de tweets. A este cúmulo de mejoras se le sumará la monetización a través de criptomonedas, el ideal por la lucha contra bots de spam, autenticar a todos los usuarios a la par de hacer que los algoritmos sean de código abierto para aumentar la confianza en esta nueva era.
¿Qué pasará ahora? Al convertirse en el propietario de Twitter, Musk repentinamente ha sido foco de debate en los sistemas políticos y regulatorios de todo el mundo, pues parecen estar preparados para tomar algunas decisiones muy importantes sobre cómo deberían funcionar las redes sociales. ¿Realmente habrá libertad de expresión? ¿Habrá censura contra la información que le pueda perjudicar a Musk o a cualquiera de sus compañías? Estas son solo interrogantes que cuestionan el papel de los multimillonarios y su apropiación de medios de comunicación de alcance global (como en su momento pasó con Jeff Bezos y la compra del diario “The Washington Post”).
De la misma manera, ha resonado en algunos otros diarios informativos que, Twitter podría eventualmente salir de la bolsa de valores tras ser comprada. Esa operación la hacen a menudo empresas debilitadas con esperanza de protegerse, pero sin garantía total de éxito en sus próximas operaciones financieras. Así, los nuevos propietarios son generalmente mucho más conscientes y mucho más exigentes en cuanto al rendimiento de sus inversiones.
El gran reto que afrontará la compañía en los próximos días y meses radicará en reducir la incertidumbre tanto con sus miembros como con los usuarios. ¿La gente permanecerá en la red social o la dejará? Habrá que ver de qué manera la plataforma tratará de vincularse con nuevos usuarios y colaboradores.