Creemos

Creemos, Señor, que ves la aflicción pueblo,
conoces su sufrimiento, escuchas su clamor
y vienes a librarlo de la mano de sus opresores,
para hacerlo subir a una tierra buena y espaciosa,
de leche y miel (Ex 3, 7s).

Pero este proceso lo quieres realizar
a través de nosotros: nos envías a que,
siguiendo tu ejemplo y caminando contigo,
adoptemos tu misma actitud ante los oprimidos
del mundo (Ex 3, IO).

Sabemos que tú no quieres que haya pobres
entre los que formamos tu pueblo (Dt 15, 4).
Pero como, debido a la ambición y al afán
de acumulación, los hay en cantidad,
aceptamos tu invitación para que no endurezcamos
nuestro corazón, sino que les ayudemos a solucionar
sus necesidades básicas (Dt 15, 7s).

El ayuno que tú quieres es que demos libertad
a los quebrantados y arranquemos todo yugo;
que partamos con el hambriento nuestro pan
y recibamos en casa a los pobres sin hogar;
que cuando veamos a un desnudo lo cubramos,
y no nos apartemos nunca de nuestros semejantes
(Is 58, 6s).

Creemos, Señor, que el que oprime a los débiles
te ofende a ti, su Creador; pero te honra el que
tiene compasión de los que viven en la miseria
(Prov 14, 31).

Gracias a nuestro compromiso, los humildes
Se alegrarán contigo, Señor, y los más pobres
quedarán felices, pues se van a acabar
los dictadores, y desaparecerán los que
se ríen de los pobres (Is 29, 19-21).

Enséñanos, pues, Jesús, a hacer justicia,
cada día, librando a los oprimidos de las manos de sus opresores (Jer 21, 12), conscientes de que
toda ayuda que prestemos a un necesitado,
te la ofrecemos a ti mismo en persona (Mt 25, 40).
Amén.

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