Hace poco vi un video donde Madona en un concierto enseñaba su busto completo al bajarse el escote. Madona lo quieras creer o no, es una mujer espiritual y con mucha fe.
Sin caer en fanatismos la conciencia de nuestros actos y pensamientos es toda la diferencia en la vida espiritual.
Entrando en tema:
Un misterio es todo aquello que no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos comprender cuando Dios nos lo revela.
El misterio de la Santísima Trinidad -Un sólo Dios en tres Personas distintas-, es el misterio central de la fe y de la vida cristiana, pues es el misterio de Dios en Sí mismo.
Aunque es un dogma difícil de entender, fue el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la Resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y, cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Los católicos creemos que la Trinidad es Una. No creemos en tres dioses, sino en un sólo Dios en tres Personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es enteramente Dios y las tres existen desde siempre.
Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.
Con todo, las personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la diversidad de su misión: Dios Hijo-por quien son todas las cosas- es enviado por Dios Padre, es nuestro Salvador. Dios Espíritu Santo- en quien son todas las cosas – es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.
En la creación, Dios Padre está como principio de todo lo que existe.
En la Encarnación, Dios se encarna, por amor a nosotros, en Jesús, para liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
En Pentecostés, el Padre y el Hijo se hacen presentes en la vida del hombre en la Persona del Espíritu santo, cuya misión es santificarnos, iluminándonos y ayudándonos con sus dones a alcanzar la vida.
Que hacemos al perseguirnos? “En el Nombre de Padre y del Hijo y del espíritu Santo” Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas palabras, principalmente al principio y al fin de nuestras acciones.
En el nombre del padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es nuestra vida.
Y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza el amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucito para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombro izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo a los mandamientos de Jesucristo.
Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una gruta escuchó una voz misteriosa que desde dentro le decía: “Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo impresionante. Pero recuerda algo después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, y no te olvides de lo principal.
La mujer entró en la gruta y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso a su hijo en el suelo y empezó a juntar, ansiosamente, todo lo que podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente. “tienes solo ocho minutos”
Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia afuera de la cueva y la puerta se cerró…. Recordó entonces que el niño quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre.
La riqueza duró poco y la desesperación….. para el resto de su vida! Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos años para vivir, y una voz siempre nos advierte: “no te olvides de lo Principal”
Y lo principal son los valores espirituales, la eucaristía, el compromiso cristiano, la oración, la vigilancia, la familia, los amigos, la vida. Pero la ganancia, la riqueza, los placeres materiales nos fascinan tanto que lo principal – a veces queda en un plano secundario.

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